viernes, 26 de octubre de 2012

{no} Dormir

Soy una persona dormilona. Sí, de esas que necesitan como mínimo unas ocho horas de sueño nocturno para funcionar bien al día siguiente. El dormir mal afecta mi estado de ánimo, me pone más irritable, nerviosa y pierdo la paciencia con mayor facilidad. Siempre he sido de irme a dormir relativamente pronto porque tenía que despertarme pronto al día siguiente, ya sea para ir al colegio, a la universidad o a trabajar. Cuando salía hasta tarde o me quedaba estudiando, recuperaba el sueño perdido con una buena siesta. Los sábados y domingos no dejaba mi cama antes de las 10am.

Sabía que al ser mamá las cosas cambiarían mucho. Pero sinceramente no me imaginaba que tanto. Pensaba que las malas noches tendrían lugar durante los primeros ocho, nueve o diez meses y que después las cosas poco a poco se normalizarían. Obviamente, me imaginaba que las malas noches siempre iban a existir, ya sea por alguna enfermedad, pesadilla, o cualquier otro motivo, pero pensaba que serían la excepción. Quizás nunca volvería a dormir las mismas horas que antes, pero sí de seguido.




Mateo está cerca a cumplir los 17 meses y se sigue despertando por las noches, y mucho. Ahora que ha empezado la guardería y está eternamente con mocos y tos, aún más. No ha dormido más de seis horas seguidas -esto en contadas ocasiones- ni una sola noche. Y por lo tanto, yo tampoco. Cuando me quedaba en casa con él intentaba recuperar el sueño durmiendo un poco durante alguna de sus siestas, pero ahora que trabajo fuera de casa esto es imposible y la verdad es que estoy agotada. Necesito dormir mejor. Si no fuera por los cafés creo que no sería capaz de trabajar y mi estómago ya empieza a resentirse, porque tengo un ardor que me acompaña desde hace unos cuantos días.

Recuerdo que los primeros meses la familia, amigos o conocidos me decían: "Vas a ver, cuando empiece a comer cereales dormirá toda la noche". Empezamos con los cereales y nada. O también: "Es que le están saliendo los dientes y eso le debe estar molestando mucho". ¡Benditos dientes! Al ver que pasaban los meses y la cosa no mejoraba algunos comentaban: "Tiene que cansarse más, seguro que cuando empiece a andar va a dormir mejor". Espero con ansias que ande -aún no se atreve a soltarse-. Tampoco faltaban las recomendaciones: "No lo dejes dormir tanto durante el día, quítale una siesta" o "Quizás tiene hambre, ¿por qué no le das otro biberón durante la madrugada?". 

Tenemos una rutina de antes de dormir que intentamos no saltar ni un solo día. Una hora antes de acostarlo bajamos el nivel de luz y de ruido. Luego viene el baño, cena, biberón y a la cama. No le cuesta mucho conciliar el sueño, pero un par de horas después de haberse dormido empiezan los despertares. A veces son cortos y rápidamente consigo que vuelva a dormir, pero algunos días puedo estar media, una o en el peor de los casos dos horas hasta que logro que se vuelva a dormir. Y en las peores noches -como estas últimas- los despertares pueden darse con mucha frecuencia, a veces cada 20 minutos!!!

Hemos probado infinidad de cosas sin buenos resultados. Que duerma en su cuna en su habitación -que está comunicada con la nuestra-, que duerma en su cuna en nuestra habitación, que duerma en nuestra cama, blevit sueño, kindival, acostarlo más tarde, acostarlo más temprano, quitarle una siesta, llevarlo al parque toda la tarde para que se canse, darle un biberón en la madrugada, y un largo etcétera.

Enfín, creo que por ahora no me queda más alternativa que armarme de paciencia, comprar mucho café -y un buen antiácido- y esperar a que, tarde o temprano, esta etapa acabe y Mateo duerma mejor. Espero que ese día no esté muy lejos.

domingo, 21 de octubre de 2012

Fulares y pañuelos

{para bebés y niños pequeños}

Los fulares y pañuelos son unos complementos que me encantan -y a papá también-, así que como habrán visto en la foto del último miércoles mudo, Mateo también los lleva. Además, me parece que van muy bien ahora que empieza a hacer fresquito, porque mantienen el cuello y pecho abrigados pero no son tan gruesos como las bufandas y no tienen esos "pelitos" que, por lo menos a Mateo, le molestan mucho.

El de la foto en mención es de Massimo Dutti, ¡tienen unos diseños super bonitos! Acá les dejo algunos, pueden ver más en la tienda online.

Pañuelos estampados Massimo Duti (12,95€ - 19,95€)

Si buscan algo un poco más económico, en Zara tienen una interesante variedad, justo hoy hemos comprado uno.

Pañuelos monocolor Zara (7,95€)

Pañuelos estampados Zara (7,95€)

Durante nuestro paseo de esta tarde también he visto que en el Corte Inglés y en Benetton tienen algunos. ¡Qué tentación!


¡FELIZ DOMINGO!

viernes, 19 de octubre de 2012

Viernes


Una imagen y una frase para empezar el fin de semana con buen pie :)

Vía Yogitimes

"Sé feliz sin razón, como un niño. Si eres feliz por alguna razón, estás en problemas, porque esa razón puede desaparecer en cualquier momento."


¡BUEN FIN DE SEMANA!

domingo, 14 de octubre de 2012

Otoño

Aprovechando que ayer no llovía, decidimos salir unas horas de la ciudad e ir al campo a respirar un poco de aire puro -¡cuánta falta nos hacía!. Empieza a hacer fresquito, así que toca abrigarse. ¡Me encanta cómo le quedan los fulares a Mateo!

Les dejo un par de fotos que hice, estoy probando un editor de fotos online que acabo de descubrir: PicMonkey. En este post del blog Capturando momentos pueden encontrar más información. Ya me dirán qué les parece :)




¡FELIZ DOMINGO!

miércoles, 10 de octubre de 2012

lunes, 8 de octubre de 2012

Reflexiones...

{de una mamá que trabaja fuera de casa}

A escasas semanas de haber empezado la guardería y de haberme reincorporado al mundo laboral, siento lejanos aquellos días en los que me dedicaba casi por completo a cuidar a mi enano. Luego de desayunar y despedir a papá nos vestíamos y, para evitar el calor del mediodía, nos íbamos a la calle. El enano me acompañaba a tomar un cortado y de ahí directo al parque.

Columpios, tobogán, tierra, hojas, pelotas, niños, más niños, abuelos, cuidadoras, juguetes. Así transcurría nuestra mañana. Cerca del mediodía volvíamos a casa para comer y dormir la siesta. Por la tarde jugábamos un poco en casa, merendábamos y casi siempre, volvíamos a salir. A pasear, a comprar algo que nos hacía falta o nuevamente al parque. Al final de la tarde papá nos daba el encuentro, nos íbamos a casa, baño, cena, y a dormir. 

Hoy nuestra rutina es muy distinta. A las 6:30am estamos todos despiertos. Me baño, preparo el desayuno, desayunamos, preparo el tupper, termino de arreglarme y a las 7:30am salgo rumbo al trabajo. Mientras tanto papá cuida al enano y aprovecha algún hueco para bañarse. Una vez que yo me he ido le da el desayuno, lo viste y lo lleva a la guardería, donde se queda hasta las 5:00pm que voy a buscarlo.

Tengo que confesar que tenía ciertos reparos en llevar al enano a la guardería. Tal como comenté en este post se me encogía el corazón de solo pensar que iba a estar tantas horas fuera de casa y lejos de nosotros, compartiendo cuidadora con otros diez, once o doce niños, y sin los abrazos, besos y caricias de mamá a los que estaba tan acostumbrado. Me preocupaba el tema de las infecciones, la hora de la comida -desde hace unos meses no le gusta que le den de comer- y principalmente, la siesta.

A pesar que lo extraño horrores, no voy a negar que me siento bien de haber vuelto a trabajar fuera de casa, me gusta estar con otros adultos, conversar de cosas que no tengan nada que ver con los niños y tener más tiempo para mí. Además, soy consciente de que hoy en día tener un trabajo es prácticamente un lujo, y tengo que cuidarlo como oro.

Por otro lado, veo que el enano está bien en la guardería. Le dan bastante atención, se preocupan de que coma bien, que duerma la siesta y ha aprendido muchas cosas nuevas. Cuando me ve entrar a la clase se alegra muchísimo y siempre tiene una sonrisa de despedida para su profesora.

Lo de las infecciones es un tema aparte. Desde que empezó la guardería los mocos y la tos nos acompañan -ahora mismo está con bronquitis- lo cual implica tener un plan alternativo para cuando no puede ir a la guardería. Felizmente ahora tenemos a mis suegros de visita y nos pueden ayudar cuidando al enano, pero sino tendríamos que pedir vacaciones en el trabajo o buscar una canguro. La verdad es que las cosas se complican un poco cuando no tienes familiares cerca para echarte una mano.

Pero a pesar de todo, sigo pensando que casi 9 horas diarias de guardería es demasiado para un niño tan pequeño. Cuando lo voy a buscar lo noto más cansado que de costumbre y como consecuencia un poco fastidiado. Personalmente creo que lo ideal sería que pasara sólo medio día en la guardería, y que pudiera comer y dormir en casa, a su ritmo. Así como pasar la tarde jugando tranquilo, a su aire, ya sea en casa o en el parque.

Mi reflexión final es que creo que para poder cumplir con nuestras obligaciones estamos forzando a nuestros hijos a llevar un ritmo de adultos, sin respetar del todo sus tiempos y necesidades. Por otro lado, es poco el tiempo que podemos compartir con ellos durante la semana. Por eso, seguiré insistiendo en que necesitamos un cambio, ellos también lo necesitan y nos lo agradecerán.

jueves, 4 de octubre de 2012

¿Qué hijos vamos a dejar en este mundo?


Ayer mi madre me envió el artículo que a continuación reproduzco -títulado "¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos?" (sí, lo sé, es un artículo antiguo pero es la primera vez que lo leo!)- de Leopoldo Abadía -Zaragoza, 1933-, profesor y escritor español conocido por su análisis de la crisis económica actual, autor del libro "La Crisis Ninja y otros misterios de la economía actual". Me pareció un punto de vista interesante, por eso decidí compartirlo en el blog. Ya me dirán qué les parece.

Me escribe un amigo diciendo que está muy preocupado por el futuro de sus nietos. Que no sabe qué hacer: si dejarles herencia para que estudien o gastarse el dinero con su mujer y que “Dios les coja confesados”. Lo de que Dios les coja confesados es un buen deseo, pero me parece que no tiene que ver con su preocupación.

En muchas conferencias, se levanta una señora (esto es pregunta de señoras) y dice esa frase que me a mí me hace tanta gracia: “¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos?” Ahora, como me ven mayor y ven que mis hijos ya está crecidos y que se manejan bien por el mundo, me suelen decir: “¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros nietos?”.

Yo suelo tener una contestación, de la que cada vez estoy más convencido: “¡y a mí, ¿qué me importa?!” Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente, me importa muy poco.

Yo era hijo único. Ahora, cuando me reúno con los otros 64 miembros de mi familia directa, pienso lo que dirían mis padres, si me vieran, porque de 1 a 65 hay mucha gente. Por lo menos, 64.

Mis padres fueron un modelo para mí. Se preocuparon mucho por mis cosas, me animaron a estudiar fuera de casa (cosa fundamental, de la que hablaré otro día, que te ayuda a quitarte la boina y a descubrir que hay otros mundos fuera de tu pueblo, de tu calle y de tu piso), se volcaron para que fuera feliz…y me exigieron mucho.

Pero ¿qué mundo me dejaron? Pues mirad, me dejaron:

1. La guerra civil española
2. La segunda guerra mundial
3. Las dos bombas atómicas
4. Corea
5. Vietnam
6. Los Balcanes
7. Afganistán
8. Irak
9. Internet
10. La globalización

Y no sigo, porque ésta es la lista que me ha salido de un tirón, sin pensar. Si pienso un poco, escribo un libro. ¿Vosotros creéis que mis padres pensaban en el mundo que me iban a dejar? ¡Si no se lo podían imaginar!

Lo que sí hicieron fue algo que nunca les agradeceré bastante: intentar darme una muy buena formación. Si no la adquirí, fue culpa mía.

Eso es lo que yo quiero dejar a mis hijos, porque si me pongo a pensar en lo que va a pasar en el futuro, me entrará la depre y además, no servirá para nada, porque no les ayudaré en lo más mínimo.

A mí me gustaría que mis hijos y los hijos de ese señor que me ha escrito y los tuyos y los de los demás, fuesen gente responsable, sana, de mirada limpia, honrados, no murmuradores, sinceros, leales,…Lo que por ahí se llama“buena gente”.

Porque si son buena gente harán un mundo bueno. Y harán negocios sanos. Y, si son capitalistas, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano. (Si son mala gente, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano, pero que ellos son unos sinvergüenzas.)

Por tanto, menos preocuparse por los hijos y más darles una buena formación: que sepan distinguir el bien del mal, que no digan que todo vale, que piensen en los demás, que sean generosos…En estos puntos suspensivos podéis poner todas las cosas buenas que se os ocurran.

Al acabar una conferencia la semana pasada, se me acercó una señora joven con dos hijos pequeños. Como también aquel día me habían preguntado lo del mundo que les vamos a  dejar a nuestros hijos, ella me dijo que le preocupaba mucho más qué hijos íbamos a dejar a este mundo.

A la señora joven le sobraba sabiduría, y me hizo pensar. Y volví a  darme cuenta de la importancia de los padres. Porque es fácil eso de pensar en el mundo, en el futuro, en lo mal que está todo, pero mientras los padres no se den cuenta de que los hijos son cosa suya y de que si salen bien, la responsabilidad es un 97% suya y si salen mal, también, no arreglaremos las cosas.

Y el Gobierno y las Autonomías se agotarán haciendo Planes de Educación, quitando la asignatura de Filosofía y volviéndola a poner, añadiendo la asignatura de Historia de mi pueblo (por aquello de pensar en grande) o quitándola, diciendo que hay que saber inglés y todas estas cosas.

Pero lo fundamental es lo otro: los padres. Ya sé que todos tienen mucho trabajo, que las cosas ya no son como antes, que el padre y la madre llegan cansados a casa, que mientras llegan, los hijos ven la tele basura, que lo de la libertad es lo que se lleva, que la autoridad de los padres es cosa del siglo pasado. Lo sé todo. TODO. Pero no vaya a ser que como lo sabemos todo, no hagamos NADA.

P.S.

1. No he hablado de los nietos, porque para eso tienen a sus padres.

2. Yo, con mis nietos, a merendar y a decir tonterías y a reírnos, y a contarles las notas que sacaba su padre cuando era pequeño. 

3. Y así, además de divertirme, quizá también ayudo a formarles.

lunes, 1 de octubre de 2012

Hermana


Ningún amigo como un hermano, ningún enemigo como un hermano.

Proverbio indio



Estos días tenemos a mi hermana con nosotros :) El enano está feliz con su tía, y viceversa. Juegan juntos por la mañana y al volver de la guarde, imitan los sonidos de los animales, cantan, le ayuda a caminar, le enseña a contar, lo distrae mientras papá o yo le cambiamos el pañal, y también mientras cena; entre muchas otras cosas. Me encanta verlos juntos.      



Gracias "flaca" por tu paciencia, tu compañía y tu ayuda durante estos días. 

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